Permitirnos vivir sin excusas




Si me hubieran preguntado hace diez años si quería inscribirme en una maratón, seguro hubiera dicho que no, pero hoy puedo decir que dejé a un lado los temores y las excusas y este año participé en la segunda. Es una experiencia que va más allá de asistir al evento y correr/trotar. Llegar a la meta es una sensación altamente gratificante y sentir la vibración de miles de personas en la línea de salida indiscutiblemente quita el aliento y deja la piel erizada. 

Hace un par de años una amiga me invitó a trotar un domingo y quedamos de vernos a las 8:00 a.m. en el parque. Pensé que sería más una caminata y que iríamos conversando, pero no. Calentamos y de ahí ella salió disparada y la perdí de mi rango de visión muy pronto. Aunque en esa época algo de ejercicio moderado hacía mis piernas no me dieron para alcanzarla, esa primera vez ella me tuvo que esperar hasta que logré llegar al punto de encuentro. 

Después pasaron meses de entrenamiento y participamos en la Media Maratón de Bogotá en los 10K, ella llegó primero y yo que no había estudiado las condiciones del recorrido así que quedé rezagada porque primero me dio por estrenar medias que me hicieron ampollas y segundo no me enteré sino hasta que estaba ahí que debía subir tres puentes y nunca había entrenado con esos obstáculos. Mi tiempo fue obviamente mucho mayor que en los entrenamientos y eso me frustró, además quedé como un trapo. 

Luego vino la pandemia, cambié de país y el año pasado que me quise inscribir en la de Santiago por restricciones sanitarias se acabaron los cupos muy pronto y yo lo pensé mucho. Sin embargo, este año lo logré. He entrenado más, preparé las variables que podían molestarme el día de la maratón y me mentalicé con participar y disfrutar del recorrido (así como se puede ver en la foto que acompaña este artículo). Logré un mejor tiempo y disfruté ese día desde el momento que salí de la casa. Conocí personas que igual que yo habíamos ido solas y nos ayudamos dándonos ánimo y también tomando fotos para el recuerdo. 

Participar en eventos como este me hace pensar en lo importe de no tener miedo a probar experiencias nuevas, permitirnos soñar más allá y sobre todo eliminar de nuestras vidas las excusas. Diseñar nuestra vida conscientemente y a través de las fortalezas que tal vez ni sabemos que tenemos para encontrar eso que nos hace sentido y que nos permite vibrar tan alto como llegar mil veces a la meta de los 10K de la Maratón de Santiago. 

Encontrar esas creencias limitantes que nos han ido invadiendo durante toda nuestra vida y que no nos permiten desarrollar nuestras fortalezas es el primer paso para trabajar en nosotros, en nuestros sueños y tener la certeza de que literalmente TODO es posible. 

Y ustedes, ¿qué fortalezas han descubierto y que no sabían que tenían?


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