El problema es que no confiamos en nadie... ni en nosotros mismos


¿Por qué no confiamos en quienes tenemos cerca, en las instituciones, en quienes nos gobiernan, en quienes se supone nos deberían cuidar? ¿por qué no confiamos en nadie, ni en nosotros mismos?

Cuando éramos pequeños confiar en quien estaba al lado era la base de la vida. Confiábamos en que alguien nos cuidaba, nos alimentaba y nos hacía compañía. No cabía la posibilidad de dudar en que el otro no estaría ahí. Sin embargo, cuando esa confianza comienza a ponerse en duda comienzan los problemas. 

Según la Real Academia de la Lengua Confiar es la "Esperanza firme que se tiene de alguien o algo". Si confiar es la esperanza firme sobre alguien, va de la mano con ser empático y ponerse en los zapatos de quienes tenemos cerca. Al entender un poco más cómo se siente la persona que está a mi lado, si soy capaz de preguntarle cómo está seguro podré confiar en lo que hará. 

Sin embargo, hoy nos relacionamos con desconfianza. Por lo general se celebra la "astucia" de quien siempre desconfía, y como dice la psicóloga chilena Pilar Sordo "eso evidentemente lleva a un círculo de violencia donde todo el mundo supone que el otro quiere hacerte daño, o que las cosas –y las instituciones– siempre funcionan a la mala".

Creo firmemente que la confianza y el respeto son la base que nos hace falta para tener una sociedad capaz de entender la diferencia y pensar de manera comunitaria en lo que es mejor para todos y no para unos cuantos. Por su parte el respeto nace y crece a partir de sentir que podemos confiar en los demás, en sus decisiones, en su forma de actuar y cuando estamos seguros que no nos harán daño. El respeto es algo que se gana a través de la confianza, por eso pensando en cómo lograr comenzar a confiar o en cómo recobrar la confianza les comparto estas tres premisas por las que podemos iniciar:  
1- Lo primero es confiar en nosotros mismos. Nunca estamos 100% seguros de nuestras capacidades, de lo que podemos lograr. Nos da miedo que sientan el miedo que tenemos. Para confiar en el otro que tenemos cerca es indispensable comenzar por confiar en nosotros, creer en lo que sabemos y el camino que hemos recorrido. 
2- Cumplir lo que prometemos. La confianza se quiebra rápidamente cuando lo que se promete no se cumple. Esto pasa en las relaciones personales, las laborales y las institucionales. En el momento que una promesa se convierte en un incumplimiento o en una mentira se deja de confiar y es muy difícil recuperarla. Muchas veces por salir del paso o ganar tiempo hacemos promesas que no estamos seguros de lograr.
3- La confianza se gana cara a cara. Una de las bases de la confianza es verse a los ojos. Es difícil confiar en alguien que realmente no se conoce. Es verdad que debemos partir de la premisa de la "buena fe", de creer que el otro actuará de manera correcta. Sin embargo, hoy en día con tanta información en redes sociales es importante indagar y analizar la información que nos presentan antes de creer o confiar ciegamente en alguien. Para mí la confianza siempre es más fácil de cultivar cuando se lograr hablar cara a cara, un emoticón jamás nos dirá tanto como los ojos de alguien que tenemos enfrente.
Desconfiar cansa mucho, desgasta las emociones, nos hace perder tiempo y nos puede llevar a malas interpretaciones. Por salud mental, ¡comencemos a confiar en nosotros, a cumplir lo que prometemos y a crear red de confianza mirando a los ojos que nos renueve la esperanza en los otros!!! 

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