10 pequeños placeres que dan felicidad


Aunque podemos tener días muy complejos por trabajo o por mil y una situaciones que nos trae el día a día, hay algunas cosas sencillas de la vida cotidiana que logran dibujar una sonrisa en el alma y nos arreglan el momento. Estas pequeñas cosas nos ayudan a favorecer los pensamientos positivos y a lograr un bienestar más duradero. Sin embargo, depende de nosotros prestarles atención y no obviarlos dentro del mar de cosas que nos agobian. 

No necesariamente para que algo nos genere felicidad tiene que ser algo grande, único o exótico. Apreciar esos pequeños placeres es apreciar lo que somos nosotros mismos.  En esta ocasión les comparto 10 pequeños placeres que por nada del mundo dejo de lado y a los que recurro para lograr pensamientos positivos:

1- Despertarse en un día soleado. Despertar, abrir la cortina y ver el sol que comienza a calentar, da una sensación de bienestar increíble. Sabemos que es imposible manejar el clima, pero aprovechemos y agradezcamos cada día soleado que podamos vivir. ¡La luz alimenta el corazón!  

2- Oír a mis hijos jugar y divertirse juntos. El sonido de las voces y las risas de mis hijos logran dibujar una sonrisa en el alma de manera duradera. Es el momento justo cuando entendemos que los pequeños momentos pueden generar grandes placeres y que ver felices a quienes amamos es lo que más deseamos. 

3- Quedarse en casa leyendo o viendo películas un día frío y lluvioso. No todos los días pueden ser soleados y qué mejor forma de aprovechar uno frío y lluvioso que estando en casa con un rico té caliente, un buen libro y una película del género que les guste. Definitivamente el caos diario de las ciudades puede compensarse cuando podemos quedarnos en casa llenando la mente de historias y descansando de la rutina. 

4- Un masaje en la cabeza o en las manos. Dejar que alguien le lave a uno la cabeza en la peluquería o hacerse las uñas solo por el masaje en las manos, es uno de mis pequeños placeres culposos por los que no me duele pagar. 

5- Almorzar con los amigos. Si se han preguntado cómo lograr una recarga rápida en la mitad del día, por mi parte he encontrado que un almuerzo con amigos para hablar de diferentes temas y reírse de la vida y sus problemas es una buena estrategia.

6- Respirar profundo. Suena extraño decir que un pequeño placer es respirar si es algo que hacemos todo el día. Sin embargo, tomarse cinco minutos para respirar profundo, calmarnos, pensar en lo que estamos sintiendo y sintonizar nuestra energía con lo que debemos hacer más que un pequeño placer es una gran bendición. 

7- Manejar con la ventana abajo. Conducir en la ciudad no es ningún placer, pero hacerlo en carretera con buena música y el viento entrando por la ventana es un pequeño placer que recomiendo cómo terapia, sobre todo si se va cantando a todo volumen las canciones que más nos gustan. 

8- Caminatas por el campo. Desde muy pequeña me ha encantado el sonido las hojas secas cuando un camina sobre ellas. También el sonido de las hojas de los árboles con el viento.  La naturaleza recarga la energía vital y no hay nada mejor que unas buenas caminatas por el campo conociendo ¡nuevos parajes! 

9- Ponerse la pijama. Amo el momento justo en el que llego a la casa y me pongo la piyama. El cuerpo se relaja y la mente comienza a desconectarse. Los músculos de todo el cuerpo cambian y llega la ¡comodidad total!

10- Meterse en la cama con sábanas recién lavadas. Y después de ponerse la piyama no hay nada mejor que acostarse el día justo en el que se están estrenando las sábanas o están recién cambiadas. Ese día uno duerme como en las nubes, la sensación de placer va mucho más de un descanso cualquiera. 

Un placer puede parecer muy pequeño: comer con amigos, darse un baño, caminar descalzo sobre la hierba, ver como se desliza una gota de lluvia en el cristal, hablar con tu abuelo, mirar fotos antiguas, y al final, esos placeres serán todo menos pequeños. Si les damos la importancia que se merecen, esas experiencias pueden contarse entre las más emocionantes y satisfactorias que podamos tener.

Al final del día piense ¿Qué hice bien?, trate de dejar de lado lo malo y refuerce las ideas positivas de todo aquello que salió bien, incluidos esos pequeños placeres que suman a ¡nuestro bienestar!

Por último, recuerde siempre que para estar bien con usted mismo y con los demás debe: dormir bien, comer sano, ejercitarse, tener un propósito (de vida y cotidiano) y ante todo agradecer. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Permitirnos vivir sin excusas

Ser padres en la era de la Inteligencia Artificial

Apuntes sobre el libro “Reconocer la diversidad: textos breves e imágenes para transformar miradas”